lunes, 20 de abril de 2015

Cuidado, hospital!

Trabajo realizado con María Belen Lemos y Estefanía Martinelli


La salud pública de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires es muy cuestionada desde hace un tiempo. Los presupuestos son cada año más altos, pero las inversiones en general son cada ves más pobres.

Son tres los Ministerios de Salud que gestionan y se encargan de los distintos hospitales públicos a lo largo y a lo ancho de toda la provincia (incluyendo CABA). El de la Nación, el de la Provincia y el de la Ciudad.


Salud para todos y todas

El presupuesto del primero de ellos para el 2015 es de casi 25 mil millones de pesos, cifra que se asemeja a la del 2014. Esto se ve reflejado en algunos hospitales dependientes del mismo, como el Posadas, que se estima que para este año recibirá 1200 millones, mientras que instituciones como la UBA reclaman que se reconozca la función de salud de la universidad.

Se espera que a la facultad le otorguen 178 millones de pesos, con los cuales deberá financiar sus cuatro hospitales (Roffo, Clínicas, Vaccarezza y Lanari), es decir que deben invertir dinero de otras áreas para hacerlo, ya que esta suma no se acerca a lo que realmente precisan.

El Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari está ubicado en el barrio de Villa Ortuzar. En él se atienden pacientes con distintas obras sociales. Cuenta con una guardia, terapia intensiva, 60 camas de internación y consultorios externos.

"Al ser semi-público y recibir poco y nada del Estado, tenemos que ganar nosotros para mantenerlo" afirmó G. P, profesional que trabaja en el hospital. A pesar del escaso presupuesto, el Doctor aseguró que la atención es muy personalizada y el servicio excelente al igual que el equipo, a diferencia de otras instituciones.


Salud Pasiva

El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires destinará 15 mil millones de su presupuesto a la salud, monto que deberá repartir entre los 2092 centros de salud y hospitales a su cargo. Uno de ellos es el Eva Perón (San Martín). Este edificio está realmente en condiciones deplorables, teniendo obras sin terminas desde hace años y contando con un servicio de guardia en el que se acumulan los pacientes y el equipamiento y el personal no alcanzan, sin mencionar que mucha aparatología está defectuosa y la falta de insumos es moneda corriente.

Este es sólo un ejemplo de lo que padecen la gran mayoría de los hospitales públicos que dependen del Gobierno de Scioli, pero el infierno no concluye en el conurbano bonaerense.

 



Cuando lo público no es PRO

Al parecer la educación pública no es lo único que el Gobierno de la Ciudad descuida. Con lo que respecta a la salud este año se invertirán (o dicen que lo harán) también 15 mil millones de pesos. Cifras como esta son presentadas año tras año, pero está a la vista la pésima gestión de los hospitales públicos.

El Santojanni es un claro ejemplo de esta problemática. Protagonista de varios hechos de inseguridad y violencia, este hospital es víctima de un mantenimiento muy precario, falta de insumos indispensables y un caos en varios servicios, sobretodo en el de guardia.

"Paredes y pisos rotos, camillas deterioradas, falta de espacio físico. Ni siquiera hay gasas o algodón. La gente se amontona en los pasillos de la guardia, las condiciones son pésimas", manifestó una empleada de allí.

Desde los ascensores que amenazan con caerse hasta los quirófanos que ni siquiera pueden limpiarse por el estado en el que están, los profesionales y los pacientes arriesgan su vida y se exponen a estas situaciones. "No sólo se nos dificulta el trabajo, sino que también está en riesgo nuestra salud, ya que la falta de cualquier elemento necesario puede causar un accidente u ocasionar un mal para los pacientes."

Aunque para los que no frecuentan las instituciones públicas esto sorprenda, para otros es algo cotidiano, sea cual sea el hospital y la zona en la que esté. Será que el dinero es mal administrado, que no alcanza o que ni siquiera invierten lo que afirman, esta situación no da para más y todos los políticos deberían asumir su responsabilidad.

"Si nosotros tuviésemos un Sistema Nacional de Salud y todo el dinero fuese administrado públicamente, sobretodo el que se invierte en salud privada, los hospitales mejorarían, sería más barato y la gente estaría feliz" G. P.

sábado, 11 de abril de 2015

"Ya no es la misma, pero no deja de ser Corrientes"

(Nota para la facultad, 2014)

A pesar de la gente, el ruido de los autos, manifestaciones y mucho movimiento; los olores, carteleras de teatros y luces que todavía no brillan por culpa del sol, dejan admirar esta maravillosa avenida.

Conocida como la calle que nunca duerme, Corrientes fue y es el escenario principal de la vida nocturna porteña. Sus teatros, cines, bares, restaurantes y veredas fueron cuna y hogar de grandes figuras, lo que la convierte en la ambición de cualquier artista y un lugar imposible de ignorar para el argentino o el turista.

"Ya no es la misma, pero no deja de ser Corrientes", dice Norma con una mirada nostálgica mientras toma un café en El Vesuvio, "la calle cambió, la gente cambió, los teatros y los bares también, pero esta avenida es historia pura. Gardel, Lavié, Susana, todos dejaron su huella en cada teatro y confitería". Sus palabras se reforzaban al notar las estatuas del gordo y el flaco detrás y una placa en honor a Armando Rolón en la pared por su amor al tango. 
Foto de Google
Norma se fastifiaba con el sonido de los tambores y miraba enojada a los manifestantes. "Antes no era así. Uno venía a Corrientes y se divertía con sólo caminar por la calle. En la mesa de una pizzería te encontrabas con verdaderos artistas que quizás recién habías visto en el escenario de un teatro".

El aroma a café a esa hora de la mañana generaba una cierta necesidad de tomar una taza en cada uno de esos bares. El Foro, La Giralda, La Paz, La Opera, son sólo algunos de los tantos y eternos bares que adornan y viven en esta avenida.

En Corrientes al 1600 resplandece el Teatro Presidente Alvear, al entrar y por ser tan temprano se lo ve tranquilo y silencioso. Sus paredes hablan por sí solas y relatan historias. Las maderas de los pisos detrás del glamour y el color de la sala delatan su antigüedad y obligan a cuidar el caminar. Inaugurado en 1942 con un espectáculo de la Compañía Argentina de Comedia, lleva su nombre en honor al presidente argentino Marcelo Torcuato de Alvear, gran amante del teatro. "Se construyó como vivienda de los actores" cuenta un empleado del Gobierno de la Ciudad durante el recorrido realizado por el teatro. "Cuidado al caminar" alerta su compañera, quien lo acompaña en esta visita con objetivos de reforma. Las arañas de estilo clásico atrapan la vista de cualquiera. "Su capacidad no se encuentra entre las más grandes, ni es uno de los teatros más antiguos, por eso su estructura es más moderna. La vista es placentera desde cualquier sector de la sala", cuenta Fabian en voz alta para los especialistas que aparentemente se encargarán de la reforma.

Otro teatro que viste a esta avenida es El Nacional. Las escaleras que crecían en este antes de la reconstrucción fueron recorridas por maravillas del teatro argentino como Nélida Lobato (en obras como "Chicago"), Mariano Mores (con "Luces de Buenos Aires"), Alfredo Barbieri, José Marrone, entre otros gigantes. Inaugurado en 1906 y reinaugurado en el año 2000, El Nacional es un clásico y reconocido teatro de Corrientes. "Durante la década del 20 acá actuaban figuras como Gardel y Tita" dice Esteban, sereno del teatro, "artistas que le dieron vida al tango con este teatro como escenario". En su radio sonaba un tango, lo que creaba un ambiente aún más acorde. Su mirada al hablar de esto también era nostálgica, como la de Norma. Quizás por ese dolor generado por el rotundo cambio del teatro y el arte continuó su discurso cambiando la época, una en la que el tango ya no era protagonista, "después vino el teatro de revista con genios como Mores, Ibañez Menta, Pepe Arias, Tato Bores y diosas como Lamarque, Vargas, Blanquita Arias" sonreía mientras recordaba los nombres y abría los ojos emocionado. "Hoy no hay artistas como estos, ya no hay tango, no hay magia como la de Fu Man Chu, ni musicales como los de Mariano. Se sube cada personaje al escenario...".

En personas como Norma y Esteban, en sus ojos y en los lugares que frecuentan se vuelven a vivir estas épocas. Gracias al señor que disfruta de un café en uno de sus bares mientras lee un diario, en alguien que escucha un tango en un teatro cuando ya cerró sus puertas, ambos testigos del tango que caminaba por la avenida a toda hora, de las mujeres despampanantes que salían al terminar sus funciones en los teatros. En placas y monumentos como los del Negro Olmedo y Portales, el de Porcel o el de Tato, es tal vez donde el porteño hace una pausa, sin querer, mientras camina con apuro a su trabajo.
O quizás sea el Obelisco, que imponente como sólo él puede serlo, a pesar de la manifestación que se desencadena a sus pies, el que le recuerde al argentino la importancia de esta avenida.

No, Corrientes no es la misma y cualquiera puede notarlo. Pero sus teatros tienen, indudablemente, vida propia; sus particulares cines son parte de esta pintoresca imagen; sus bares, repletos de cuadros; sus restaurantes, reconocidos por el sabor de una pizza que los representa desde hace décadas; entre otros secretos que viven constantemente allí, son los que le siguen dando vida a este maravilloso mundo.

Las luces se encienden de noche, pero la calle Corrientes está iluminada y lo estará eternamente a cualquier hora del día.

viernes, 10 de abril de 2015

"Malditos fascistas asquerosos, ¡quítenle las manos de encima a mi 'Lobby Boy'!"

(Crítica de cine)

Título: Gran Hotel Budapest
Año: 2014
Duración: 99 minutos
País: Estados Unidos
Director: Wes Anderson
Guión: Wes Anderson, Hugo Guinness
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Robert D. Yeoman
Reparto: Ralph Fiennes, Tony Revolori, Saoirse Ronan, Edward Norton, Jeff Goldblum, Willem Dafoe, Jude Law, F. Murray Abraham, Adrien Brody, Tilda Swinton, Hervey Keitel, Mathieu Amalric, Jason Schwartzman, Tom Wilkinson, Larry Pine, Bill Murray, Owen Wilson, Léa Seydoux, Giselda Volodi, Bob Balaban, Florian Lukas, Karl Markovics, Volker Michalowski, Fisher Stevens, Wallace Wolodarsky, Waris Ahluwalia.
Productora: FoxSearchlight / Scott Rudin Productions / American Paintbrush
Género: Comedia

1985. Un reconocido escritor (Tom Wilkinson) recuerda como 17 años antes se hospedó en el Gran Hotel Budapest en la ficticia República Zebrowka, Europa, que para ese momento ya era un antiguo y descuidado edificio luego de sobrevivir al comunismo de la posguerra.

1968. El autor (Jude Law ahora) conoce al propietario del hotel, Zero Moustafa (F. Murray Abraham), quien lo lleva a los años 30 al contarle su particular historia de cómo logró ser el dueño del Budapest.

1932. El Gran Hotel, ubicado en medio de montañas y resplandeciendo con su color rosa, toma a prueba a un nuevo botones, Zero (ahora Tony Revolori), un inmigrante que escapó de su país de origen que se encontraba en guerra. El sumiso "lobby boy" se convertiría en el aprendiz del excéntrico conserje del hotel, Monsieur Gustave H. (Ralph Fiennes). Gustave, un obsesivo, elegante y exigente hombre, es el amante de las señoras ricas y ancianas que se hospedaban allí. "Ricas, viejas, inseguras, vanidosas, superficiales y rubias", es la descripción que utiliza Zero al narrar la historia

Una de sus amantes regulares, Madame D. (Tilda Swinton, caracterizada increíblemente como una mujer de 84 años, lo que la hace irreconocible), muere misteriosamente y deja un testamento que sorprenderá a toda su familia. Gustave es acompañado por Zero para visitar a su difunta amante, y comenzarán un viaje repleto de asesinos y ladrones, que los perseguirán al enterarse que la mujer le dejo a un simple conserje una pintura invaluable.

Las películas de Wes Anderson son bastante particulares, con un estilo formal, artificial y preciso. Esta vez la película se desarrolla en el continente europeo durante una época complicada para el mismo y utilizando los valores de la obra de Stephan Zweig, un escritor austriaco, y sus propias experiencias de viaje repletas de lujo.

El director obtuvo una gran ayuda de todo su reparto y colaboradores para darle vida a este proyecto. El guión, las extravagantes escenografías acompañadas por los peculiares vestuarios y maquillaje y la música, que varía entre lo clásico y lo étnico, representando a ambos protagonistas, el conserje y el emigrante. El elenco es perfecto, con Fiennes a la cabeza, un actor de primera, con la bondad personificada por Zero (el de 1968 y el de 1932) y la maldad en actores como Dafoe.

Más allá de los colores llamativos y los aires de comedia, la selección de distintos tipos de filmación para cada flashback de la hora y media de duración y la violencia de algunas escenas, son elementos esenciales que le dan seriedad al enfoque del director.

No se pierde en ningún momento el contexto de guerra al utilizar siglas como ZZ para representar a la SS de aquellos momentos. No está de más decir que el escritor austriaco antes mencionado que inspiró a Anderson, fue un judío que vivió en ésta época.

En cuanto a la historia principal de la película, es Fiennes junto con Revolori quienes crean un ambiente cálido por momentos, generando situaciones de risa. Monsieur Gustave es un dandy que disfruta de la vida, pícaro, impulsivo y con muy poco filtro, quien comienza una amistad y una relación tierna con su "lobby boy", el sumiso Zero.

Son ellos quienes protagonizan situaciones particulares, características del director, como utilizar pequeños martillos y otras herramientas diminutos para escapar de una prisión o haber ingresado los mismos sin ningún tipo de problema a la celda, ya que el guardia tiene compasión al ver los pasteles coloridos y tiernos en que estos estaban.

La película es ganadora del Festival de Berlín, al haber obtenido el gran premio del jurado este año. Y además fue considerado el mejor film extranjero en los premios David di Donatello el año pasado.

El universo de Anderson es especial y algo extraño y difícil de comprender por momentos. No es muy claro con lo que quiere expresar pero sus obras son entretenidas, particulares y los elencos y colaboradores que lo acompañan siempre son de gran ayuda para darle vida a sus estrafalarias ideas.


"Su atuendo trascendía cábalas, descubría estadios, ignoraba resultados"

(Reseña de libro)

Título: Budapest: y otros cuentos de fútbol
Autor: Julio Giglio
Edición: 2014
Páginas: 71
Ilustración de tapa: Martín Mak
Editorial: Narrativa Argentina

"Budapest" narra seis distintos cuentos sobre fútbol, que se desarrollan en distintas partes del mundo y de nuestro país. Budapest, Buenos Aires, Santa Fe, Ucrania y España son los destinos que recorre este mágico libro relatando anécdotas sobre este maravilloso deporte.

Con un lenguaje informal, por momentos, diálogos y descripciones, en cada cuento se recrea una situación que, para el que es amante del fútbol, es cotidiana y común.

Desde dos amigos que se encuentran en Budapest, lejos de poder ver la final de su equipo por un error, hasta el robo de un tren para dirigirse a Santa Fe y ver a San Lorenzo de Almagro, este libro logra transportarnos a un mundo sólo de fútbol, con las sensaciones más lindas y las anécdotas más memorables que puede vivir un hincha.

Bronca, felicidad, tristeza, emoción, goce, son sólo algunas de las emociones que genera el amor por un club y que este breve libro logra juntar y transmitir a través de cuentos bastante particulares.
"Su atuendo trascendía cábalas, descubría estadios, ignoraba resultados", frases como esta representan de la manera más pura la pasión y hasta, porqué no, la locura por un equipo.

Personalmente, y como soy hincha de San Lorenzo, me sentí muy identificada, especialmente, con el último cuento, el cual me huzo emocionar hasta las lágrimas.

"Budapest", es una pequeña muestra de un gran artista que nos promete mucho futuro, futbolero y sentimental, que esta vez nos trae un tierno y divertido libro, contando lo que significa este deporte no solamente en nuestro país, sino en todo el mundo.

Julio Giglio es de Ballester, tiene publicados otros tres libros: "Loco yo, loco vos", "Los Usurpados de la Primavera" y "Cuentos desde una Postal".

miércoles, 8 de abril de 2015

Silbando bajito alguna canción de Bob

(Nota para facultad, 2014)

Los árboles y abismales edificios que rodean la plaza de Tribunales impedían que el sol ilumine esa esquina. Pero ni esto ni el puesto de diarios situado a su lado me impidieron verlo.

Su manda roja desparramada en el suelo exponía sus artesanías. Pulseras, anillos, collares de todos los tamaños, los que apuesto que hizo el con sus propias manos oscuras y callosas. En el centro, un obelisco de más de un metro hecho con mostacillas y piedras de miles de colores que llamaba la atención de cualquiera que pase por ahí.

Hombres con sus trajes pispeando sus relojes y mujeres en tacos altos con paso apurado miraban de reojo. Era realmente llamativa la imagen. Algunos lo saludaban. Lo conocían, seguramente se encontraba en esa esquina todos los días (no los de lluvia, claro).

"Hola Arthur", le escuche decir a una señora. Fue ahí cuando levantó su mirada para saludarla y sonreírle. Sus dientes blancos relucían por su negra piel. Sus rastas se movieron al levantar la cabeza y frenar, por un momento, el trabajo con un collar nuevo.

Al poner su atención de nuevo en sus manualidades, lo escuché silbar una canción de Bob Marley. Me detuve a pensar en que había un gran parecido entre ellos. La yema de sus dedos ya se acostumbrada a los callos, y debajo de sus uñas había algo de suciedad. Se lo veía feliz, y no hay duda de que creerían lo mismo si lo ven.

Me quedé pensando en su historia. Probablemente proviene de África, Nigeria, tal vez, el país más poblado del continente. Quizás no saben, pero ahí se hablan más de 500 idiomas, aunque sólo el inglés es el oficial. ¿Hablará tantas lenguas?

Es inevitable preguntarse qué lo hizo llegar a Buenos Aires, como tantos otros, para dedicarse a la venta de accesorios para las mujeres. Pero lo que me llamó la atención de él, más allá de ese hermoso obelisco, es que vendía artesanías, y no relojes, cadenas y anteojos como la gran mayoría.

Quizás escapando de guerras y miseria, Arthur llegó desde el continente negro para quedarse y recomenzar su vida en Argentina. Habrá sido su sueño desde joven, lo que explicaría el obelisco que creó y con el que carga todos los días desde la pensión donde seguramente vive hasta esa esquina.

Frío, calor, lluvia; sin importar el clima el vuelve todos los días a esa vereda para sentarse en el suelo, sobre su manta, ubicar su escultura posiblemente hecha a mano y exponer sus joyas artesanales. Se acostumbró a la ciudad, al correr de la gente en un barrio lleno de oficinas, bancos y comercios, pero manteniendo el buen humor y enseñando lo que le apasiona hacer.

¿Qué pensará? Me preguntaba, seguramente al igual que ustedes. Concentrado y metido en su mundo de colores y música. ¿En su familia? ¿En la casa donde nació y creció? Su brillo en los ojos me permitía imaginar que estaba enamorado, porqué no de alguna abogada que caminaba hacia su oficina todos los días.

Esperaba que ella pase, como cada mañana, para verla caminar apurada sobre sus zapatos incómodos. Y verla, sólo, o animarse a dedicarle algún que otro piropo. Aunque si ella no prestaba atención, él seguiría de buen humor.

Detrás de ella, que ni pareció escucharlo, se acercaría alguna pequeña, asombrada por el obelisco, a ver todas las pulseras y pedirle a su mamá que le compre alguna. "¡Esa!, la de muchos colores", a lo que la madre respondería con un silencio y tomándola de la mano para continuar el paso. Pero Arthur sólo reiría.

Todas las mujeres y hombres que pasan a saludarlo no habrán prestado mucha atención a su trabajo, y menos habrán comprado algo. Pero él sigue allí, cada mañana, en la misma esquina, hasta la tarde/ noche, silbando, sonriendo, saludando, viendo a los normales apurados y de mal humor. Invirtiendo alguna que otra vez en algún policía corrupto que quiera dinero a cambio de dejarlo tranquilo.

Pero, claro, siempre mostrando sus blancos dientes y siendo una pequeña luz en este caos de ciudad, entre abogados, secretarias, fiscales y jueces que caminan por esas calles en Tribunales, orgulloso de estar donde está y de hacer lo que hace.

jueves, 2 de abril de 2015

Que nunca se repitan

(Crítica literaria, 2014)

Título: Secretos Argentinos: La intimidad de los crímenes que conmovieron al país
Autores: Marcelo Camaño y Miriam Lewin
Prólogo: María Seoane
Primera edición: 2011
Diseño de cubierta: Alejandro Pescatore
Editorial: Aguilar
Páginas: 216;24x15 cm.


"Secretos Argentinos" es un libro basado en un radioteatro de no ficción transmitido por Radio Nacional (AM 870) en el año 2010, encabezado por Marcelo Camaño y Miriam Lewin.

En este conjunto de investigaciones periodísticas se dan a conocer distintos episodios sociales y políticos que conmueven a nuestro país. El libro relata de manera clara y detallada diez de los casos policiales más importantes e intrigantes de los últimos años.

En crímenes pasionales como el de Wanda Taddei o el de Nora Dalmasso; casos de gatillo fácil como el de Martín Castellucci o Ezequiel Demonti; crímenes políticos como lo son el de Carlos Fuentealba y Maximiliano Kosteki y Dario Santillán; o también escándalos de corrupción originados por coimas del Senado de la Nación durante el gobierno de Fernando de la Rúa (caso Banelco).

Cada una de las historias incluye una precisa investigación de los periodistas y son narradas de una manera literaria que producen el descubrimiento de dudas y factores ocultos en hechos conmovedores para cada argentino.

Todos y cada uno de los casos que se encuentran en este libro generan un sentimiento de tristeza y un deseo profundo de que no se repitan ninguno de ellos.

Incluyendo en cada capítulo los datos importantes de las causas y los avances de los juicios, además de los recursos literarios, utilizando diálogos, citas y situando al lector en cada situación, este libro trata historias muy trágicas, delicadas - considerando que en algunos casos no hubo justicia - memorables y fuertes en algunos casos.

Al reunir las crónicas noveladas de diez de los casos policiales más famosos, por así decirlo, y gracias al talento narrativo singular de los periodistas autores de la obra, este libro logra emocionar al lector, recreando las situaciones y logrando la sensación de estar en ellas.

La violencia de los sucesos relatados, la impunidad, la codicia y la corrupción, el olvido de muchos y la vista gorda de políticos que permitieron y participaron de estos crímenes y que aún siguen en el poder, la exitosa selección de estos casos deja ver los rasgos de justicia, la lucha de familiares, la honestidad de algunos y la generosidad de otros.

Secretos Argentinos nos permite creer que el recuerdo de estos casos sirve para convencernos de que podemos impedir que se repitan. Además de darnos la esperanza de pensar que algunos sirvieron para evitar la injusticia y el abuso del poder en la actualidad.