lunes, 23 de marzo de 2015

"La ciencia sólo cumplirá sus promesas cuando beneficios sean compartidos equitativamente entre los verdaderos pobres del mundo"

(Nota para la facultad, utilizando información de internet, 2014)

Travieso, rebelde, inteligente, así lo describía su padre. Venía de familia ucraniana y nació en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, en octubre de 1927. Era el segundo de tres hermanos y aunque no resaltaba en el colegio, era muy estudioso, lo que dio sus frutos a sus 57 años, cuando lo premiaron con un Nobel.

César Milstein llegó a la Capital Federal para estudiar en la Universidad de Buenos Aires, graduándose de Licenciado de Ciencias Químicas a los 25 años. Cuatro años después recibió su Doctorado en Química y un premio especial de la Sociedad Bioquímica Argentina.

Su inspiración fue el libro Los Cazadores de Microbios que, sorprendentemente, no es un libro sobre ciencia, sino que se trata de biografías de científicos que atravesaron ciertas dificultades durante sus investigaciones. Los desafíos y la lucha de estos hombres hicieron que César emprenda su viaje para cumplir su sueño.


Entre dos sueños

Durante su juventud militó en el movimiento anarquista, el país comenzaba a vivir los cambios del primer gobierno peronista. Su apasionada oposición era compartida con su hermano Oscar, el mayor, tal es así que fue un popular activista en contra de la privatización de los establecimientos educativos, desde el movimiento "Juventudes Libertarias".

Liderando asambleas y siendo reconocido y admirado entre sus compañeros fue elegido presidente del Centro de Estudiantes, donde promovió marchas contra el peronismo. En ese ambiente fue que conoció a Celia Prillelstenski, mujer con la que se casó luego de que ambos se reciban y decidieron marchar a Europa.

Al regresar obtuvo su primer título y fue abandonando la militancia y el interés político al concentrarse en sus estudios. "Tenía que elegir, por un lado, un futuro riesgoso; trabajando duro, sin grandes perspectivas económicas, en aras de un sueño lejano y ambicioso que es la aventura del conocimiento. Por otro lado, podría olvidarme de todo eso y elegir el camino trillado de aspiraciones mediocres: elegí el primero."

Su segundo doctorado lo obtuvo en la Universidad de Cambridge, luego de ser becado. Al volver en 1961 se hizo cargo de la División de Biología Molecular del Instituto Nacional de Microbiología, pero este puesto sólo duró un año. El golpe de estado de 1962, la situación que vivía el país y la crisis que azotaba al Instituto Malbrán lo llevaron a tomar decisiones difíciles.


"Yo no me fui, a mi me echaron"

La caída de Frondizi desencadenó en el despido del director y de varios científicos del Malbrán, llevando a Milstein a pedir la reincorporación de los científicos, lo que lo hizo renunciar. Fue en ese momento cuando decidió partir a Inglaterra. "Negar el apoyo que merecía ese grupo selecto era inaceptable, defender el desarrollo científico de un país es, por encima de todos, defender la calidad científica".

Al regresar a Cambridge, se enfocó en el estudio de las inmunoglobulinas, y junto a George Kohler desarrollaron una técnica para producir anticuerpos monoclonales. En 1983 lo designaron Dirctor de la División Química, Proteínas y Acidos Nucleicos de la Universidad de Cambridge.

Un año más tarde, gracias a su trabajo en estos anticuerpos recibió el Premio Nobel de Medicina y Fisiología. No sólo fue premiado, sino que su investigación provocó un gran avance en el reconocimiento y lectura de células y moléculas extrañas al sistema inmunológico. Gracias a su trabajo, distintas aplicaciones en diagnósticos y tratamientos oncológicos fueron posibles.


Un hombre simple

César consideraba que los avances científicos debían ser patrimonio de la humanidad y no ser utilizados para usufructo personal. Si hubiese patentado sus descubrimientos, Milstein habría sido rico de por vida. "La ciencia sólo cumplirá sus promesas, cuando sus beneficios sean compartidos equitativamente entre los verdaderos pobres del mundo".

Recibió el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Bahía Blanca, además de otras distinciones, como el Konex de Brillante por su contribución a la ciencia en nuestro país.

Su deseo no era estar aquí más que como un turista, ya que el sostenía que su vida, su casa y sus amigos estaban en Inglaterra. Sin embargo, creía que el premio Nobel lo merecía también por el esfuerzo que su país hizo por él.


Un ejemplo de vida

Falleció el 24 de marzo del 2002 en Cambridge, Inglaterra, a sus 74 años. Al morir, le dejó a todo el mundo, no sólo a la Argentina, un increíble aporte a la medicina y a la ciencia, pero también un ejemplo de ética, por su estilo de vida, sus decisiones, su bondad, su lucha y su amor incondicional a lo que eligió desde un principio y con lo que nunca lucró.

En la ceremonia en homenaje a su persona, su sobrina nieta eligió un hermoso cuento de Eduardo Galeano para despedirlo, representando la gran persona que era y las grandes acciones que realizó en su vida.

Un hombre del pueblo de Negua, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso. - reveló - Un montón de gente, un mar de fueguitos. 
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciente.

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