miércoles, 11 de marzo de 2015

Un grito desesperado de ayuda

(Nota para la facultad, mayo 2014)

¿Son las drogas las culpables de la violencia que azota a nuestro país en la actualidad? ¿Son nuestros jóvenes los responsables de esto?

No son las drogas el problema base de esta situación. Lamentablemente el narcotráfico está, pero este existe por el simple hecho de que también hay consumidores, como también hay políticos que hacen la vista gorda.

Para los políticos las drogas son el mayor negocio, para los que la consumen ésta es un escape de su triste realidad, un escape necesario, aunque sea este el peor camino que puedan elegir.

Y con consumidores no se hace referencia sólo a las clases más bajas y con menos posibilidades, las drogas se presentan en todos los estamentos sociales, en cualquier tipo de familia, barrio y por infinitos motivos.

La responsabilidad se encuentra en todos y cada uno de los argentinos, que permitimos que este enorme problema sea más fuerte que nosotros, que muchos jóvenes mueran día a día o desperdicien su vida de esta manera.

No sólo arruinan sus cuerpos y mentes, sino que caen en un círculo vicioso de drogas y violencia. Violencia verbal, violencia con sus propios cuerpos, con sus relaciones y también con la comunidad. Una violencia que nace por la adicción, por la misma tristeza que los llevó a consumir, la falta de contención, la sobreprotección, la soledad, la ignorancia y la inexistente ayuda, en muchos casos de su entorno y sobretodo de la sociedad.

Es difícil erradicarlo, y no debemos tener vergüenza de reconocerlo, ni de admitir que no sabemos cómo ayudarnos y que nos cuesta definir un pensamiento al respecto.

Lo principal, lo necesario para comenzar a cambiarlo está en cada uno de los protagonistas y en la ayuda de un padre, una madre, un hermano o un amigo. El consumo de drogas es un grito que pide auxilio, un grito ahogado y desesperado de ayuda que nunca nadie escuchó.

Lo más grave y difícil es reconocer que la sociedad, los políticos, cada uno de nosotros no escuchamos estos gritos de personas que tanto nos necesitan. Personas que carecen de familia, recursos, ayuda, protección y educación.

Como comunidad, como seres humanos principalmente debemos escucharlos y hacer lo posible por ellos. Al hacerlo, también hacemos algo por nosotros y por el futuro de nuestra sociedad.

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