martes, 3 de marzo de 2015

“Si sólo me dedicara a la música esto me haría mucha falta" (Trabajo para la facultad)

Ezequiel Szusterman, 31 años, profesor en talleres de sambareggae Cafundó

Ezequiel Szusterman es el Director General de la banda de sambareggae (género musical de percusión brasileña) Cafundó. Además, es uno de los profesores de los “Talleres Cafundó”, donde se enseña este estilo en particular.

Hace 4 años empezaste, con otro integrante de Cafundó, los talleres de sambareggae, ¿cómo lo decidieron? ¿Por qué?
Fue con Pablo Belmes, que además de ser compañeros en Cafundó, somos amigos desde la primaria. En el 2010, cuando ya habíamos empezado esta banda, se nos ocurrió la idea de dar juntos un taller de sambareggae, ya que ambos teníamos experiencia dando clases particulares. Al principio eran, aproximadamente, siete alumnos y, a fines de ese año, fueron 36, en tres grupos distintos. Superó nuestras expectativas ampliamente.

Durante el año los alumnos tocan y realizan muestras en boliches, plazas y distintos eventos, ¿qué te genera verlos?

Me llena de alegría. Las muestras las organizamos con un fin pedagógico, ya que el estilo de música es perfecto para tocarlo en una plaza, al ser muy callejero. Es hermoso ver como los alumnos disfrutan, se unen humanamente como grupo además de la experiencia musical.
Los fortalece a ellos como taller y también a nosotros como docentes.

Los alumnos suelen agradecerte, ya sea por las redes sociales o personalmente, ¿cómo te sentís cuando lo hacen?

Es muy fuerte. En las reuniones que tenemos con los profesores charlamos de las devoluciones que nos hacen los alumnos, positivas o a veces sugerencias o críticas que nos aportan muchísimo. Es una inyección de energía, también, para cuando los talleres no están del todo bien.
Cuando tocan en vivo y la pasan bien, se sienten cómodos y lo demuestran escribiendo algo en Facebook, por mail o te lo dicen, es, de verdad, increíble.
Fue un correo, en particular, el que me hizo recapacitar y darme cuenta de lo importante que son las palabras de ellos. Realmente las leo o escucho detenidamente y las guardo en mi corazón.

Teniendo en cuenta el disfrute de los alumnos y que son tres los años de duración de los talleres, ¿algún grupo pidió continuar con las clases un año más?

El primer taller de Cafundó, que debería haber terminado el ciclo en el 2012, quería continuar. Se habló con los otros profesores y, como había material para ver y ganas de hacerlo, coincidimos en dar un año más. Desde ese momento, decidimos que los talleres durarán cuatro años. Al terminar, algunos de los alumnos comenzaron de vuelta en un grupo nuevo para no dejar de aprender y seguir tocando sambareggae.
Consideramos que esta duración es la necesaria para cumplir con nuestros objetivos para cada uno de los chicos y también para nosotros.

Como en cualquier otro aspecto de la vida, dentro de un grupo es lógico que cada alumno tenga un objetivo distinto para con el taller y algunos pueden poner más esfuerzo que otros. ¿Qué actitud toman ustedes ante las diferencias entre ellos?

Me gratifica como músico y como docente. Es un desafío que me interesa y que tratamos de darle la atención necesaria musical y pedagógicamente.
Todos pueden formar parte y cada uno de ellos es un eslabón indispensable en el taller. Los que se interesen más harán que suene mejor el grupo, los que lo tomen como algo terapéutico merecen la misma atención que los anteriores  y serán tan importantes como los demás.
Entre ellos deben aprender a convivir y a formar un equipo. Nosotros, como docentes, intentamos encontrar el equilibrio para que todos lo disfruten de la misma forma.

Más allá de las clases particulares y luego de estos 4 años de enseñar en talleres, ¿habías imaginado alguna vez ser profesor y vivir esta experiencia?

No, nunca imaginé estar a cargo de una institución donde existan ciertas normas que ayuden a la convivencia y aseguren y faciliten la enseñanza.
Me encanta que podamos lograr que funcione este proyecto. Me hace bien a nivel profesional y no me perdería nunca del placer de dar clase todos los días de la semana.
Si sólo me dedicara a la música esto me haría mucha falta, no podría irme de gira y perderme el placer de dar clase en un taller.

Además de la satisfacción que sentís vos como profesor y como músico al ver  a tus alumnos tocando lo que vos les enseñas y lo que a vos te gusta, ¿qué sentís cuando los ves apoyando a Cafundó en un recital?

Me llena de alegría. Varios integrantes de Cafundó tienen otras bandas de géneros distintos. La diferencia entre los seguidores de una banda común y los nuestros es que uno ve en un recital a sus propios alumnos, que conocemos, vemos todas las semanas y que compartís un espacio muy especial.
Cada aspecto, situación y experiencia que vivimos es muy linda y muy compleja a la vez. Desde tomar decisiones difíciles como la de cerrar un taller por la cantidad de alumnos, buscar el punto medio para cada alumno con sus particularidades y cada desafío que se presenta, hasta los shows, las clases y los momentos lindos que compartimos.
Esto no es gratis, poder emprender algo con amigos, siendo nuestros propios jefes, teniendo nuestras reglas es algo que no se presenta todos los días y requiere de mucho esfuerzo. Y luego de toda la dedicación que ponemos, verlos apoyándonos en un recital es maravilloso, no puedo pedir más.

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